El 19 de diciembre del año pasado se logró un acuerdo que puede ser un parteaguas en la aspiración multilateral medioambiental, al aprobarse en el seno del Convenio de Diversidad Biológica (CDB) el nuevo Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal (conocido como el Marco de Kunming-Montreal o el Marco Mundial de Biodiversidad) y otras decisiones en conjunto, como hoja de ruta transformadora en la presente década para frenar la pérdida y degradación de la biodiversidad.
El nuevo Marco de Kunming-Montreal acordado para alinear las voluntades y esfuerzos globales, regionales, nacionales y subnacionales es de suma importancia para América Latina y el Caribe, una de las regiones más ricas en patrimonio biológico y cultural, que tiene enormes desafíos sociales, económicos y ambientales. La crisis de la biodiversidad es una de las mayores crisis planetarias actuales y está interrelacionada con otras crisis y desafíos, como el cambio climático, el agravamiento de la pobreza y la desigualdad, los conflictos sociales y geopolíticos, los riesgos para la salud, entre otras, actuando en cascada. La desconexión entre el crecimiento económico y el bienestar social y ambiental también requiere cambios estructurales que integren la interdependencia de las tres dimensiones del desarrollo sostenible, los que tienen un potencial transformador al combinar la dimensión económica, social y ambiental (Harris y otros, 2023).
Por ello, dedicamos este boletín a revisar las contribuciones de la biodiversidad al desarrollo y bienestar de la región y al nuevo marco multilateral de biodiversidad recientemente acordado, por ejemplo, se ha estimado que el “ingreso medioambiental” obtenido de la extracción forestal y no forestal, en hogares rurales de la región representa el 31% de los ingresos totales –la proporción más alta comparada con otras regiones del mundo–. Se revisa el contexto de la negociación, las principales fortalezas y desafíos del nuevo Marco Mundial de Biodiversidad, el enfoque de derechos, la sinergia del Marco con la Agenda 2030, la contribución potencial de las regiones económicas de Naciones Unidas para impulsar la integración transectorial de la biodiversidad y la contribución potencial de la CEPAL para abordar los principales desafíos de biodiversidad en América Latina y el Caribe.
|